La diferencia entre la fe del alma y la del espíritu

Dice el Señor a Roberto Blum:

"¡Entre lo que llamas 'fe' y lo que es la verdadera Fe, existe una diferencia infinita! Tu (supuesta) fe es una burda ociosidad del intelecto (entendimiento), mientras que la verdadera Fe moviliza todas las fuerzas del cuerpo físico, del alma y del espíritu; tu fe es una fe como la de una rana; pues así como una rana se siente satisfecha con cualquier charco malo, así también el creyente necio se siente satisfecho con cualquier necedad, y al final ni siquiera sabe diferenciar lo divino de lo infernal en la doctrina que guarda con una fe ciega y sorda". (Roberto Blum 1.33.1)

Esto muestra claramente que la mayoría de los creyentes tenemos una fe falsa. Esta proviene de nuestro intelecto y es, como dice Jesús, una burda ociosidad del intelecto. Mientras que la verdadera Fe moviliza, no solo las fuerzas de nuestro espíritu, sino también las de nuestra alma y las de nuestro cuerpo físico.

La fe intelectual se contenta con casi cualquier cosa, ya que es ociosa, y no profundiza en el interior del hombre, todos sus pensamientos son exteriores, por lo tanto es una persona materialista. Por ejemplo, cuando lee la Biblia, toma la Palabra en forma materialista, como creer que el Universo completo fue creado en 6 días, sin profundizar que Moisés escribió su Génesis explicando la creación de una vida espiritual en 6 días, y el séptimo está el eterno descanso del espíritu en el Cielo.

Ya durante la vida de Jesús hace unos 2000 años, varios fariseos manifestaban solo la fe intelectual. Cuando Jesús dijo: Destruyan este templo y en 3 días lo reconstruiré, ellos lo entendieron de forma materialista. "Tienes que volver a nacer", Nicodemo entendió, "¿como yo, viejo, voy a entrar al vientre de mi madre?". "Yo tengo un alimento que ustedes no conocen", los discípulos pensaron que tenía escondido por allí una comida material, mientras que el Señor se refería al amor de la samaritana.

Así vemos que la Biblia es un libro para ayudar a despertar la Fe verdadera que es la Fe del espíritu. Esta Fe es como una luz clara, la única capaz de reconocer a las revelaciones que Dios va dando a la humanidad, aquí o allá.

Fuente: Roberto Blum, tomo 1, capítulo 33, recibido por Jakob Lorber